En la imagen aparece una vivienda diseñada por Le Corbusier transformada por la necesidad |
Sobre el arquitecto de Clase Media
(Elaborado por Marco Monge)
He oído muchas historias de amigos arquitectos que intentaban en vano
convencer a un cliente para diseñar su casa como los iconos de las
revistas, blancas, minimalistas, con cinta infinita, al puro estilo de
los arquitectos estrellas y con rezagos de Modernidad.
Pero estos se frustraban por que el cliente quería lo convencional: sacarle el máximo partido al lote y volar un metro más desde el segundo nivel. Avergonzados, los arquitectos terminaban por no aceptar que eran ellos los creadores de dicha arquitectura tan “común y silvestre” como hecha por cualquier maestro de obra.
Esto me ha llevado a pensar por qué y para quien trabajamos. El ego del arquitecto, siempre quiere pretender ser la estrella, ser una marca, que implanta su propio criterio e impone al cliente una arquitectura particular y por ende una determinada forma de vivir, aun no entendemos que nosotros estamos para servir, ¿para mejorar la calidad de vida? Sí, pero nunca privando al cliente de sus costumbres.
La vergüenza de hacer esta arquitectura tan “de medio nivel” lleva a alejarnos de este grupo de la sociedad (el más numeroso por cierto) y enfocarnos en diseñar las casas de playa para los clientes ricos más acorde con nuestros principios y “nivel” socio-cultural.
Esta desconexión deja un enorme abanico de clientes que al estar desamparados por los profesionales realizan sus propios procesos de construcción, dando como resultado arquitecturas improvisadas y permitiendo que otros (maestros de obra, dibujantes y más) sean los encargados de hacer arquitectura y por ende Ciudad, relegando el dominio del arquitecto a únicas casas de playa.
Esta decadencia es responsabilidad exclusiva del arquitecto que aun pretende ser elitista, cuando los tiempos no lo ameritan.
Nunca entenderé por que intentamos limitarnos a un pequeño grupo de clientes con dos o tres proyectos que no hacen ciudad, en lugar de trabajar con el resto de la sociedad.
Pero para que no nos ocurra como a los arquitectos que intentaron convencer a sus clientes sin éxito, es necesario primero entender al cliente por medio de su propia arquitectura, la autoconstruida, la vernácula, la común. Es necesario entender que en esa arquitectura también existe mucha riqueza formal, funcional y conceptual que no deriva de teorías filosóficas ni académicas sino de la necesidad y las formas del habitar.
Pero estos se frustraban por que el cliente quería lo convencional: sacarle el máximo partido al lote y volar un metro más desde el segundo nivel. Avergonzados, los arquitectos terminaban por no aceptar que eran ellos los creadores de dicha arquitectura tan “común y silvestre” como hecha por cualquier maestro de obra.
Esto me ha llevado a pensar por qué y para quien trabajamos. El ego del arquitecto, siempre quiere pretender ser la estrella, ser una marca, que implanta su propio criterio e impone al cliente una arquitectura particular y por ende una determinada forma de vivir, aun no entendemos que nosotros estamos para servir, ¿para mejorar la calidad de vida? Sí, pero nunca privando al cliente de sus costumbres.
La vergüenza de hacer esta arquitectura tan “de medio nivel” lleva a alejarnos de este grupo de la sociedad (el más numeroso por cierto) y enfocarnos en diseñar las casas de playa para los clientes ricos más acorde con nuestros principios y “nivel” socio-cultural.
Esta desconexión deja un enorme abanico de clientes que al estar desamparados por los profesionales realizan sus propios procesos de construcción, dando como resultado arquitecturas improvisadas y permitiendo que otros (maestros de obra, dibujantes y más) sean los encargados de hacer arquitectura y por ende Ciudad, relegando el dominio del arquitecto a únicas casas de playa.
Esta decadencia es responsabilidad exclusiva del arquitecto que aun pretende ser elitista, cuando los tiempos no lo ameritan.
Nunca entenderé por que intentamos limitarnos a un pequeño grupo de clientes con dos o tres proyectos que no hacen ciudad, en lugar de trabajar con el resto de la sociedad.
Pero para que no nos ocurra como a los arquitectos que intentaron convencer a sus clientes sin éxito, es necesario primero entender al cliente por medio de su propia arquitectura, la autoconstruida, la vernácula, la común. Es necesario entender que en esa arquitectura también existe mucha riqueza formal, funcional y conceptual que no deriva de teorías filosóficas ni académicas sino de la necesidad y las formas del habitar.
Fuente: http://marcomonge.blogspot.mx/2013/04/sobre-el-arquitecto-de-la-clase-media.html
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